lunes, 23 de abril de 2012

Extraños como tú.



José Luis Pérez Pont

Es característico, en la obra de Kribi Heral el modo en el que, tras deshacerse del lienzo como soporte pictórico, genera un proceso de trabajo en el que muestra y oculta, aplica su particular máscara para mostrar la imagen que desea, pero a su vez indica al espectador que existe tras ella, tras la superficie, una cavidad cargada de estratos. En ella la imagen se desmaterializa, se desmembra, como un paisaje azotado por una repentina actividad sísmica, donde la continuidad del horizonte se ve alterada por accidentes geográficos cuyas modificaciones obligan a un estudio detenido, al desarrollo de una nueva cartografía del lugar. Esa trastienda, ese hueco ofrecido a la mirada por Kribi Heral, delata no sólo una particular manera de intervenir y combinar el soporte, sino de interrogarse acerca de aquello que queda oculto tras la superficie, dando satisfacción a un deseo similar al de mirar tras un cristal empañado por el vaho, atento ante la incertidumbre del paisaje por descubrir tras una elevación del terreno, sujeto al estímulo de la sorpresa.
La manera en la que Kribi Heral se acerca simbólicamente a la cultura digital, a través de su obra, convierte la percepción de sus trabajos en algo parecido a asomarse a la pantalla de un ordenador, a la vez que exporta los ritmos de representación de la pintura a los parámetros digitales, extendiendo la idea de conexión de archivos en la construcción de la imagen. El concepto de espacialidad se abre camino en la forma de construir formalmente la obra, convirtiéndose en un importante campo de experimentación en el que conviven realismo y abstracción.
Sus polípticos condensan un singular carácter icónico, dando lugar a un cruce de referencias a través de la imagen fotográfica, los campos de catalogación de color que remiten al impacto luminoso que subyace en el diseño de la publicidad, el dibujo vectorial o el texto y la tipografía usados más como signo que como mensaje. La presencia del texto impreso en nuestra cultura es tan abundante, que el alfabeto pasa a formar parte del paisaje visual que nos rodea, no sólo como significado del lenguaje e instrumento para la comunicación escrita, sino como signo que informa de un determinado tiempo y contexto cultural. El modo en el que el texto ha sido incorporado en las obras aquí presentadas nos remite inequívocamente al cifrado que podría identificar una coordenada en el ciberespacio, una referencia vinculante en el entorno virtual de Internet. Así mismo, sus referencias a la teleconfusa cultura juvenil son continuas, al artificio y la frustración de quienes creen ser dignos merecedores de todas las suertes mientras se aferran a un carpe diem mal entendido.

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